miércoles, 8 de julio de 2015

Las confesiones de Ana de los Ángeles

Las confesiones de Ana de los Ángeles

Fuente: Díario el Pueblo

En el Archivo Secreto del Vaticano en Roma un documento es guardado celosamente. Se trata de un manuscrito de 1686 del fraile agustino Alonso de Cabrera y Sosa, confesor de la beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, quien escribió la vida y milagros de la venerable religiosa del convento de Santa Catalina de Sena, un documento histórico que revela de primera fuente la historia de esta extraordinaria arequipeña considerada una de las figuras más importantes de esta región.

“De Arequipa al Cielo” es el libro escrito por el historiador arequipeño Alejandro Málaga Núñez - Zeballos basado en este manuscrito que obtuvo gracias a un colega chileno que tuvo acceso al documento y fotografío cada una de sus páginas.

Se trata de un códice forrado en cuero de 500 páginas organizadas en cinco libros que suman 100 capítulos. El documento fue escrito con el fin de buscar desde la muerte de Sor Ana su beatificación y santificación, una copia similar fue entregada al monasterio el que posiblemente desapareció tras los embates de la naturaleza y las constantes revoluciones en Arequipa.


El prólogo fue escrito por el historiador Manuel Ramos Medina, del Centro de Estudios de Historia de México quien catalogó al libro como extraordinario, destacando no solo el análisis de la vida en el monasterio de Santa Catalina, sino como aborda la vida de la religiosa más emblemática del sur andino Sor Ana de los Ángeles Monteagudo Ponce de León.

LA VIDA DE SOR ANA Sin duda un documento valioso y extraordinario. “Demuestra las bondades de esta mujer, la más importante de la historia de Arequipa y el documento solo la reivindica por las bondades de que logró y que trascendió fronteras”, comenta.

Destaca que una religiosa boliviana al conocer de los milagros y lo extraordinaria que era esta mujer que vivía en Arequipa caminó desde Oruro con una cruz solo para “merecer” ser parte del convento de Santa Catalina y vivir junto a esta mujer; una historia registrada en los archivos del país altiplánico que solo demuestra la trascendencia de Sor Ana.

El valioso documento narra la vida de Sor Ana como hija y como religiosa. Cuenta en detalle desde sus primeras visiones que la llevaron a encapricharse a los 14 años para convertirse en religiosa. Tan humilde y sencilla, tan milagrosa y bondadosa que trascendió los enormes muros del recinto religioso. Fue maestra de novicias, portera y priora.

Málaga explora las visiones y reconstruye cada una de ellas. Analiza varias las que sin duda revela sus dones de la premonición, adivinación, bilocación y levitación.

Advierte el poder de la oración de Sor Ana que solo de imaginarla en nuestros tiempos sería igual de extraordinaria. De las 24 horas del día solo 6 dormía, el resto era oración y meditación que lograba obtener una energía poderosa de donde alcanzaba los dones.

Menciona unos 46 milagros en el libro, pero el manuscrito supera los 80. Desde la sanación de una niña ciega de nacimiento que con solo la harina de pan y el agua preparada por Ana de los Ángeles y colocada en sus ojos le permitió ver, hasta eliminar el tumor de una niña que fue llevada hasta su celda y con la misma masa de pan logró sanarla y evitarle una operación.

Además se destaca el rol que tuvo cuando se convirtió en priora, el que en un inicio no quiso aceptar. Pero le permitió el cargo poner orden en una vida de convento que con la presencia de esclavas y mujeres ricas y de élite sin vocación hicieron del lugar nada santo.

Les quitó a las religiosas sus sirvientas, les quemó los libros de novela donde podían fantasear con un hombre terrenal, les vació sus enormes baúles llenos de trajes costosos y faldas provocativas y así las llevó a una vida más monacal, de oración constante y dedicación. Estas acciones provocó mucha envidia y cólera que incluso algunas monjas ayudadas por sus sirvientas la encerraron en el fogón para que ardiera junto a los valiosos enseres, pero ella solo oró y salió sana y salva.

Delgada porque comía poca carne, pero muchos vegetales. Los últimos 10 años de su vida estuvo ciega y a pesar de su problemas de salud que se sumaron a las heridas y las cicatrices dejadas por sus penitencias en la flagelación de su cuerpo para conseguir la pureza de su alma, fue famosa por sus milagros y visiones, aquellas donde aparece Jesucristo, la Virgen María, Santa Catalina de Sena y San Nicolás de Tolentino a quien le pedía por las almas e intercediera ante Dios.

Cuenta también que Sor Ana se caracterizó por vestir siempre un hábito remendado y gastado, calzaba unas viejas sandalias y en las oportunidades que le obsequiaban telas para su hábito ella las regalaba a sus hermanas jóvenes o a las más necesitadas. Su celda era amplia, pero ella descansaba sobre una cama que tenía como colchón tablas y troncos y se alimentaba poco.

Siempre se le recuerda con un cráneo, pero cuenta que fue regalado por un sacristán que se lo entregó envuelto en un pañuelo. Ella sorprendida interpretó que debía rezar por el alma de esa persona y se quedó con la calavera en su celda como compañía hasta su muerte. En la lógica de las religiosas era rezar por el alma de ese cráneo y sacarlo del purgatorio para que luego les ayudara en sus peticiones.

Tanto los esclavos y los mestizos de la época recurrían a ella para que a través del torno le ayudará en sus pedidos, pero fue también la élite arequipeña la que buscó en ella ayuda en su salud y hasta en su vida amorosa.

A Sor Ana se le conoce por sus profecías, tenía el don de la premonición pues predijo la muerte de varias personas y de hechos que ocurrirían años después; pero además logró trasladarse de un lugar a otro es decir la bilocación pues mientras estaba en Santa Catalina fue vista en otras ciudades donde les concedió un milagro.

También se conoce que Satanás se le presentó a Sor Ana en la puerta del coro intentando amedrentarla, pero ella muy confiada lo enfrentó con sus plegarias, la siguió hasta su celda y la atacó pero la religiosa no se intimidó.

Para Sor Ana de los Ángeles no fue necesario vivir fuera del convento para conocer con antelación importantes hechos, llegó a verificar y cumplir 68 profecías. Todas cumplidas en su época y no como se especula que recién se harán realidad; descarta la leyenda urbana del naranjo, jamás escribió ni anunció nada al respecto.

Ella predijo como sería su muerte la que ocurrió el jueves 10 de enero de 1686. Con un rosario en la mano. El sábado 12 fue sepultada en medio de santidad pues su fama ya se había divulgado en el país. El 16 de julio de 1686 las religiosas de Santa Catalina solicitaron la apertura de beatificación de Sor Ana. Sus restos han sido trasladados hasta en cinco oportunidades. La última fue en 1985 dispuesto por el arzobispo Fernando Vargas Ruíz de Somocursio. Hoy se ubican en una urna de madera en el lado izquierdo del monasterio.

Fue Juan Pablo II quien la beatificó el 2 de febrero de 1985 a Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, destacando sus cualidades las que hoy deben conocerse como es su vida cristiana ejemplar, la contemplativa monja dominica, fue maestra espiritual y fiel ejecutora de las normas buscando el sendero del perdón y la gracia. El ahora santo Juan Pablo II esperará que la beata lo acompañe pronto en la santidad.

Alejandro Málaga refiere que este documento muestra los dones de la santa. Un documento histórico que debe ser parte ahora del expediente que busca la santificación de la mujer más importantes de Arequipa, aquella que trascendió y es parte de la fe de los arequipeños.

“A Sor Ana hay que verla humanamente, en su contexto. Merece ser santa porque sus virtudes son muchas; pero sin fantasear, ni crear mitos, ficciones o leyendas. Solo su historia, la real, la contrastada, solo una historia fidedigna se encontrará el valor de Sor Ana para ser santa”.